Skip to Content

LA ESPERA

-Ayer me desmayé en la calle… Nunca me había pasado.

Tic. Toc. Tic. Toc.

Tic.

Toc.

Tic.

To.

Ti.

T.

No sé cuánto tiempo llevábamos ahí parados, pero se sintió eterno.

-Perdón ¿Qué decías?

-No, nada.

-Estaba distraído… No era mi intención ignorarte.

-¿Tú te has desmayado?

-No que yo recuerde…

¿Era de día? ¿O de noche? Creo que era de noche, no estoy seguro; y a pesar de que no me gustaría mentir, para efectos narrativos digamos que era de noche. Sí. Mejor de noche.

-Es extraño; desmayarse… Y más en la calle, creo.

-¿Y qué? ¿Despertaste rodeado de personas desconocidas viéndote fijamente?

-No, seguía solo.

-Oh… Pensé que así terminaría.

-Estaba en el parque; no quería estar en mi casa y fui a caminar…

-¿Y qué pasó?

-Llevaba los audífonos puestos y caminaba por la parte que está llena de árboles, en la orilla del parque… ¿Sabes cuál?

-Sí.

-Bueno, eran como las…

-¿Qué estabas escuchando?

-¿Qué? La música de una película… Era instrumental.

-Me gustan así.

-Si… Bueno, eran las cinco de la tarde y estaba caminando por ahí pensando en qué comer… Nunca sé qué comer.

-Pero ya era un poco tarde para empezar a pensar en eso, deberías comer más temprano…

-Debería hacer muchas cosas, pero a veces nada más no me nacen…

-Eso no está bien.

-Tampoco está tan mal… El punto es que iba por ahí, pensando en diferentes opciones; el sol todavía pegaba, la luz era muy amarilla; seguramente por la hora…

-¿Qué llevabas puesto?

-¿Puesto? ¿De ropa? No sé, no recuerdo.

-Inténtalo.

-¿Para qué?

-Es interesante.

-Um…

Estaba lloviendo, era una llovizna ligera, pero constante. La luz se reflejaba sobre el pavimento mojado; habían muchos colores. No recuerdo qué hacíamos ahí ni porqué, pero creo que esperábamos algo; o a alguien. No caminábamos, estábamos parados, de eso si estoy seguro.Nuestro alrededor se movía, nosotros no. Probablemente era un día en el que todos trabajan, como a mitad de semana; un miércoles o un jueves.

- ¿No te acuerdas qué traías puesto?

-Creo que traía un pantalón color mostaza y un suéter verde.

-Seguro era fin de semana.

-¿Cómo sabes?

-Nunca te vistes así de lunes a viernes. Mírate ahora.

-Si, a lo mejor tienes razón… Tenía puestos los tenis cómodos.

-Suena a un buen día.

-Esos zapatos me sientan bien, no cansan.

-La comodidad en el calzado es muy importante.

-Claro, pero no siempre se puede…

-Yo traigo zapatos cómodos todo el tiempo.

-Pero tú eres tú y yo soy yo ¿No?… La cosa es que así iba vestido, caminando por el extremo del parque, como a las cinco de la tarde, pensando en qué comer, con una luz muy amarilla… Recuerdo que vi a un perro a lo lejos y se veía muy feliz, parecía que sonreía; daba vueltas agitando la cola y saltando, mientras lo veía sentí que…

-¿Cómo se llamaba el perro?

-No lo sé, cómo iba yo a saber eso… Pero se veía muy feliz, como si…

-¿No tenía cara de algo?

-A lo mejor, todos tenemos cara de algo…

-¿Cómo era?

-Estaba peludo, tenía la cola larga, entre mediano y grande… Su pelaje brillaba, era como color miel y tenía muchísima energía.

-Me hubiera gustado conocerlo, suena a un perro agradable.

-Si, así se veía. Era afortunado.

-¿Y su nombre? ¿Qué nombre le pondrías?

-No lo sé, tendría que pensarlo… Nombrar es una tarea importante que no debe ser tomada a la ligera.

-Totalmente.

-El perro estaba ahí, disfrutando su salida al parque… Pensé en sentarme junto a un árbol y observarlo un rato, no tenía prisa para nada.

-¿Prisa por comer tal vez?

-Sabía que tenía que comer, pero tampoco me inquietaba… Así me pasa a veces, ya estoy acostumbrado.

-Qué mal… Ese tipo de…

-¡Hugo!

-¿Qué?

-El perro, tenía cara de Hugo.

-Ah… Es un buen nombre, me gusta cómo suena.

-Si, a mi también.

En la banqueta, estábamos parados en la banqueta, pero sin mojarnos. Llovía y nosotros esperábamos bajo el techo de una parada de camión.

-¿Y te desmayaste mientras veías el perro?

-No, lo vi alejarse hacia una silueta que le hablaba a la distancia.

-¿Se fue a su casa?

-Yo creo que si, tal vez ya llevaban un rato paseando.

-Seguro tenían hambre y fueron a comer.

-Yo me quedé en el parque un rato, pensando.

-¿Fue ahí cuando te desmayaste?

-No, fue de regreso a casa.

-¿Y te caíste? ¿No te golpeaste en algún lugar?

-No estoy seguro, es probable.

-Bueno, lo importante es que no te pasó nada.

-Sí, supongo.

Un automóvil gris se orilló frente a nosotros. La espera terminaba y con ella ese momento.

-Ya me tengo que ir ¿Quieres que te acerquemos a tu casa?

-No, mejor camino.

-¿Y la lluvia?

-No pasa nada, son sólo un par de cuadras.

-Bueno, nos vemos mañana entonces.

-Sí.

-Oye ¿Y cómo te desmayaste?

-No importa, luego te termino de contar. De todas maneras no es una historia muy interesante.

-Mínimo déjame decidirlo a mí.

-Después te cuento el final, ya te tienes que ir.

-¿Y cómo fue que te levantaste solo si te caíste ahí en la calle? ¿Nadie se acercó?

-La gente tiene prisa.

-Estaré esperando el desenlace.

El auto se alejó y me quedé en el mismo lugar viéndolo a la distancia.

-¿Hola? ¿Hola?

La luz se volvió blanca, cegadora. Un sonido muy agudo me empequeñeció.

-¿Estás bien?

Fue entonces cuando desperté; rodeado de gente.