Todos somos actores;

Todos somos escritores;

Todos somos poetas;

Todos somos todo.

Escribimos, pensamos, imaginamos y volamos;

Somos capaces de cargar el mundo con los hombros,

Viviendo con los ojos y caminando desnudos;

Cuando el reloj se para, nos ahogamos;

Respiramos aire tibio y nos tragamos nuestras ganas.

Borges escribía, Mozart componía y Sócrates pensaba,

Dorian no existiría sin Oscar,

Y qué sería de él sin Don José,

Sin aquel que volaba mientras caminaba y nadaba.

Luis cree que es Octavio, Gabriel cree que es Juan;

Todos somos todo;

Hasta mi mamá es mi papá,

Hasta el comedor se cree el desván.

En los colmos de la confusión;

Mi tío piensa que es doctor,

Jesús cree que es hijo de dios,

Y yo creí que un poco de tinta aliviaría el dolor.

Nacemos, crecemos, nos reproducimos y morimos,

Tratando de copiar al de enfrente;

Buscamos al nacer ser un poco más que ayer,

Plagiando de a poco la originalidad de la especie.

Algunos lo logran, otros no;

Siendo otros menos que yo,

Pues sólo aquellos que fueron asesinados antes de nacer,

Son los que consiguen la llave al verdadero placer.

Pero henos aquí actuando, creando y copiando,

Maldecidos desde ayer e ilusionados con la fe;

Henos aquí golpeando,

Esperando el amanecer.

Sin pensarlo todos somos todo,

Viviendo en una gran espiral existencial;

No lo queremos aceptar,

Pero nadie es original.

Todo ya ha acontecido,

Se nos ha agotado el número infinito;

No te preocupes, ya lo has vivido,

Y dentro de unos años lo volverás a leer.

Al acabarse las posibilidades,

Al agotarse la luz del sol,

Sólo me queda una cosa por hacer,

Voy a voltear hacia mi madre,

Y dormirme; hasta que vuelva a nacer.